viernes, 24 de abril de 2020

50 películas que hay que ver antes de morir ( 36 ) “ Sed de mal “ ( 1958 )



Dirección: Orson Welles.
Reparto : Orson Welles, Charlton Heston, Janet Leight, Akim Tamiroff, Marlene Dietrich.
 
  Para muchos la última gran película del cine negro clásico y la última cinta de Orson Welles dentro del “ sistema“ de Hollywood, tras la cual se “ exiliaría” en Europa hasta volver a EEUU en los 70 donde no lograría terminar en vida su último film ( que estrenaría en 2018 Netflix) El film supuso el segundo acercamiento al cine negro del director tras “ La dama de Shanghai “ ( 1947 ) aunque las influencias del policiaco se notan también en “ El extraño “ ( 1946 ) y “ Mr Arkadin” ( 1955 )Welles no estaba previsto como director sino solo como actor pero el empeño de Charlton Heston, toda una súper Estrella en ese momento lo puso en la silla de director ( años más tarde el actor daría también la cara por otro cineasta maldito-Sam Peckimpah- frente a los productores “ Mayor Dundee” ) Welles sería despedido una vez terminado el film y no pudo montarlo a su gusto estrenándose una versión distinta a la querida por el director, que años más tarde remontaría la película siendo no obstante ambas versiones igualmente extraordinaria.
  


  La cinta se inicia con un trepidante y mítico plano secuencia de tres minutos que arranca con un plano de una bomba que activa una mano anónima y mete en el maletero de un coche, tras mostrarnos desde una grúa la trayectoria del coche desde arriba y desde un lado, entrecruzándose con la pareja formada por Janet Leight y  culmina con la explosión del vehículo, nada más con esos tres minutos Welles demuestra porque es visualmente un maestro del cine. El director interpreta a Quinlan un policía corrupto y amoral que durante la investigación del crimen se enfrentara a Heston, un policía mejicano de narcóticos honesto que sospecha que Quinlan no es trigo limpio...




 Welles vuelve a dejar su sello habitual desde que debutase en “ Ciudadano Kane” ( 1941 ) de barroquismo en los decorados, de capacidad para crear ambientes asfixiantes, emfermizos y opresivos,con claras influencias del expresionismo alemán en su fotografía de claroscuros, su afición por los planos enfáticos ( con abundancia de picados y contrapicados  ) búsqueda de profundidad en los planos  y personajes excesivos y megalómanos como Quinlan, Arkadin y el propio Kane. Todas esas señas visuales y de puesta en escena de identidad en su cine se unen a su pasión por Shakespeare ( dirigió tres adaptaciones del genio inglés ) que está presente en el personaje de Quinlan , que roba todo el protagonismo al héroe Mike Vargas ( Heston ) el viejo policía es un personaje de ecos Shakespirianos, un tipo trágico, marcado y al que le carcome su amoralidad, Welles realiza una interpretación poderosa  e imponente.




 Como en todas sus películas, Welles logró reunir un reparto de campanillas: un Charlton Heston inmediatamente antes de interpretar su mítico personaje de Ben Hur, la siempre carnal y magnética Janet Leight ( curiosamente en la película se hospeda en un motel de carretera regentado por un joven de aspecto perturbado - Dennis Weaver- que recuerda notablemente al que sería  su verdugo en otro motel de carretera en “ Psicosis “ dos años después ) y una impresionante galería de secundarios : Zsa Zsa Gabor, su actor fetiche Joseph Cotten, Mercedes McCambridge y Marlene Dietrich, en en un papel muy corto pero que se da clave en el desenlace de la historia.




 Consciente del material de Segunda en el que se basaba la película sería su puesta en escena, sus planos maravillosamemte iluminados y profundos y las interpretaciones lo que enganchan al espectador. Su trama en realidad es lo de menos, la clave es la forma que da Welles a la película  y los personajes extraños y traicioneros que pueblan el film y que convierten la cinta en una obra fascinante, morbosa y envolvente.

Lo mejor: El poderío que despliega el director.
Lo peor: Su trama, aunque es secundaria,  es endeble, si bien eso al poco de iniciarse el film no le importa demasiado al espectador.  

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